sábado, 26 de abril de 2014

Poquito más de la mitad...



   
Quizás te sorprendas al recibir éstas líneas, tal vez no... En una de esas algún imprevisto del destino hace que jamás lleguen a tus manos, lo cierto es que la necesidad de vaciar los recuerdos irrumpe en mi abriendo los canales de mi alma de mi corazón, de mi cuerpo y de mi mente, la necesidad de liberar todo lo que me impediste decir alguna vez hoy llenan los blancos de este papel dejándome vacía con ganas de escribir una nueva historia en mi vida...

No supe más de ti después de aquella tarde en que me despedí en silencio con un adiós húmedo en los ojos, no supe más de ti hasta ayer que volví  a verte caminar sobre huellas pasadas, lejanas, huellas que alguna vez sellamos juntos y que se las tragó el tiempo.
 Espero que no mal interpretes mis líneas, no estoy triste, ni estoy suplicando recuperar el tiempo perdido, nada más lejano de la realidad, solo quiero contarte que me costó mucho arrancarte de mi vida, que dolió después de tu partida encontrarme sola y ver reflejada mi sombra sin la tuya en las paredes, es cierto también que supe a que sabía la soledad con tu ausencia, te confieso que fue difícil, pero también quiero que sepas que cuando, la venda cayó por los suelos arrastrando con ella los espejismos que me inventaste, supe que no se reflejaba sola mi sombra en las paredes que  millones de ilusiones brillaban a su alrededor, supe también que la soledad no es tan mala ni temible como parece y que muchas veces te acaricia el alma…

Me di cuenta que “nuestra historia de amor” jamás existió, que en ese espejismo solo amaba yo y lo supe porque cuando sumida en el llanto repetía en la mente una y mil veces  cada momento vivido para condenarme no me sentía culpable porque en ese pasar y pasar de recuerdos solo veía y confirmaba que te había amado con devoción hasta rozar el límite de lo irracional, me di cuenta  que cuando vos me necesitabas me volvía heroína y estaba a tu lado para agarrar poquito más de la mitad de tu pena y dibujarte una sonrisa en el rostro, y sabés, a veces cuando vos estabas mal y me necesitabas yo estaba destrozada y te necesitaba también, sin embargo no me importaba sumar más de la  mitad de tu tristeza a la mía con el solo propósito de verte feliz, pero vos no supiste leer mi necesidad de ti...

Quizás te sorprendas al recibir éstas líneas, tal vez no... En una de esas algún imprevisto del destino hace que jamás lleguen a tus manos, lo cierto es que la necesidad de vaciar los recuerdos irrumpe en mi abriendo los canales de mi alma de mi corazón, de mi cuerpo y de mi mente, la necesidad de liberar todo lo que me impediste decir alguna vez hoy llenan los blancos de este papel dejándome vacía con ganas de escribir una nueva historia en mi vida...

No supe más de ti después de aquella tarde en que me despedí en silencio con un adiós húmedo en los ojos, no supe más de ti hasta ayer que volví  a verte caminar sobre huellas pasadas, lejanas, huellas que alguna vez sellamos juntos y que se las tragó el tiempo.
 Un abrazo tuyo significaba el paraíso, me estremecías, besarte era la gloria, acariciarte, sentirte cerca se me volvía un milagro, te idolatraba, producías en mí un amor incondicional, un amor extremadamente tuyo; quizás ese fue el error, haberte amado tanto, volverte el ombligo del mundo y olvidarme de todo y de todos, hasta de mí... Tal vez te aburrí, te sofoqué, tampoco supiste decírmelo, pero no podrás negar jamás que te amé… 
Nuestro tiempo se fue y hoy siento que es lo mejor que nos pudo pasar, sentí la necesidad de escribir esta carta, luego de verte y me pareció una gran oportunidad para decirte todo lo que no pude aquel día, en aquella oportunidad solo hablaste vos y  fue para decir adiós camuflado en un “necesito tiempo”, tiempo que lo hice mío, tiempo que usé para darme cuenta que nunca me amaste que cada una de las lágrimas que derramé por vos me fortalecieron el alma y que hoy afloran en estas palabras cargadas de sinceridad.
 
No pienses que estoy triste y que aún lloro tu partida, de vez en cuando  lloro es verdad, pero es porque soy mujer y las mujeres lloramos hasta por el final de películas románticas, al menos yo lo hago; mi  pasado con vos no me produce dolor, mi presente sin vos le suma alegría y media a mi alegría  y cuando estoy triste alguien se lleva poquito más de la mitad de mi tristeza y me dibuja una sonrisa en rostro.

 
Simplemente Gris...

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